EL PROCESO DE ENFERMAR
Los cambios
afectan las clasificaciones, cuyos criterios o ejes de organización pueden ser
distintos o variar en su jerarquía y se podría decir que la decisión de cambio está
condicionada por los recursos, y es bien sabida la relación entre los recursos,
el conocimiento y los modelos.
En contraposición
a la forma de ver la enfermedad como algo opuesto a la salud, esta la forma que
sostiene que la diferencia no puede establecerse más que en términos relativos
o comparativos y teniendo en cuenta factores de interacción y de exigencias
adaptativas, ya que el organismo es visto como un conjunto coordinado de
funciones en constante adaptación y ajuste a los cambios ambientales. Estas consideraciones
son importantes para la medicina preventiva, la cual plantea la necesidad de
identificar el potencial de fallo de los mecanismos de adaptación.
Cada instancia
de enfermedad es diferente porque se produce sobre un diferente sustrato,
constituido por un organismo particular, es decir, las manifestaciones de una
misma enfermedad serán siempre variables, por lo que se llega a una afirmación radical
de que no hay enfermedades sino enfermos; sin embargo, la enfermedad es la
entidad o el concepto, entonces, los enfermos representan la fuente de la
variabilidad y constituyen las instancias especificas de presentación de
aquella entidad.
La actuación del
médico al enfrentarse con la enfermedad está perfectamente definida en todo
momento por los conocimientos y las convenciones que la regulan y de manera
importante por numerosos factores sociales y psicológicos como son:
La selección de pacientes: esto es que solo una parte de las personas enfermas consulta a su médico,
y no necesariamente las personas más graves son las que acuden a los servicios médicos
y esto está condicionado también por diferentes factores o aspectos psicológicos
y sociales.
Acceso a la información por
parte del médico: una vez que se ha establecido el
primer contacto con el médico, la eficacia y la posibilidad de su incidencia
esta mediada por factores que dependen del paciente y de cómo este presente los
síntomas y ofrezca la información.
Influencias reciprocas médico-paciente: se produce una influencia mutua entre el médico y el paciente, esto
es que uno tiende a mantener determinadas pautas de comportamiento en el otro.
Presunciones o creencias
que subyacen a la actuación médica: asumir que es
un enfermo todo individuo que acude a la consulta y, en caso de duda, seguir
sospechando de enfermedad, estos errores derivados de esta postura son graves
en enfermedades psiquiátricas.
Valores y creencias
sociales: el médico actúa bajo la influencia de sus creencias y principios éticos, y estos
no dependen solo de su profesión, sino de la pertenecía a una determinada
cultura y clase social.
Uno de los mas
fundamentados principios en medicina es que el tratamiento ha de incidir sobre
las causa y esto hace necesaria su correcta conceptualización. La primera y la más
importante distinción que hay que hacer a este nivel es a que se establece entre la simple presencia
de un hallazgo patológico y de su grado de justificación del cuadro.
En segundo
lugar, es necesario distinguir las tres categorías en que se puede clasificar
las causas pertinentes:
Factores desencadenantes: son los que ponen en marcha y determinan la aparición inicial,
pueden ser simples y necesarios, pero no suficientes, y pueden convertirse en
tales por sumación e interacción con otros.
Factores cronificadores: no todos los pacientes con cuadro agudo se convierten en crónicos.
Factores etiológicos secundarios: estos son los únicos a los cuales se tiene acceso directo en el
estudio de un cuadro crónico, son los factores encargados de que el proceso no
se repita.
Los primeros
modelos explicativos de la enfermedad han sido de tipo determinativo y lineal,
como es habitual, por ser los más simples e intuitivos. Tras haber agotado los
recursos defensivos o adaptativos del organismo, la causa o agente patógeno provoca
una respuesta patológica que está en relación directa y lineal con la magnitud
del agente o de la invasión.
A raíz de la
constatación de que las relaciones no son lineales se formulan modelos
complejos. A partir de su consideración se formulan modelos complejos cuyos
componentes básicos son:
- Los factores fisiológicos o fisiopatológicos.
- Factores contextuales
- Factores psicológicos.
- Conductas de enfermar y los síntomas.
Los dos modelos
complejos amas importantes son:
El modelo acumulativo que es plurifactorial y permite los estudios analíticos, ya que considera estudiar por separado los
factores lo que da una perspectiva más
global y ayuda a enfocar el tratamiento.
El modelo de interacción que sigue un esquema monofactorial, ya que este considera la clínica, donde solo se ven enfermos y no órganos
aislados, solo se tiene acceso a los aspectos o factores fisiológicos psicológicamente interpretaos.
Una vez
planteada la necesidad de considerar los factores psicológicos, en una primera fase,
el modelo que se suela adoptar es el
dual o acumulativo, es decir, existirían enfermedades somáticas y enfermedades psicosomáticas
para referirse al dolor injustificado;
en una segunda fase se pasa a hablar de dimensiones o propiedades; la última
fase consiste en abordar el problema
planteado a un mayor nivel de complejidad; es el enfermo, no la
enfermedad, lo que es psicosomático. En este sentido, suele cumplir un importante
papel los grupos d y organizaciones de autoayuda.
La enfermedad es
un ámbito para el estudio psicológico, puesto que comprende cambios conductuales.
Adoptando una perspectiva más amplia, que incluya todo el proceso, hablaríamos de cuatro comportamientos relevantes:
- Comportamientos que mantienen la salud.
- Comportamientos que previenen la enfermedad.
- Comportamientos que constituyen recursos cuando se ha detectado una enfermedad.
- Comportamientos que previenen la cronificación o la invalidez.
Algunos de los
principales ejemplos de conductas de enfermar son:
- Quejas e informes verbales.
- Búsqueda de ayuda.
- Selección del agente a quien recurrir.
- Utilización de los sistemas asistenciales.
- Cooperación en el tratamiento.
- Cambios en las actividades habituales.
- Cambios en los contactos o comportamientos sociales.
Lo más
importante en la conceptualización de estos repertorios es que no se trata de conductas reflejas ni tampoco de que
dependan linealmente de la gravedad. No considerar las conductas de enfermar
como reflejas reviste gran importancia desde el punto de vista
conceptual y metodológico.
Las conductas de
enfermar dependen de la enfermedad en interacción con los factores psicológicos,
a su vez, las conductas de enfermar pueden intervenir en la evolución del
cuadro. El mecanismo más fácil de entender es el que consiste en dar lugar a factores mantenedores o etiológicos
secundarios.
Las conductas de
enfermar difieren de los individuos debido a que están determinadas por
experiencias psicológicas pasadas. Y las diferencias serán especialmente
marcadas cuando se trate de un proceso crónico. Su aprendizaje tiene lugar muy
pronto, como un elemento del proceso de socialización. En el caso de verbalización
de los estados internos, el sincronismo entre la producción verbal de los
educadores y el hecho referido es siempre más difícil y laxo que en el caso de
un objeto. Esta es la razón por la cual el paciente siempre informa mejor cuando se trata de una manifestación
superficial o cutánea.
Por último, la
fuente más importante de aprendizaje de las conductas de enfermar es la que
tiene lugar a partir de la interacción con los profesionales, en el curso de la historia de la enfermedad el paciente.
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